Hope Promised / Esperanza Prometida

Dec 7, 2025    Pastor Javier Vega

This past Sunday through the first sermon of Advent pastor Javier took us deep into Isaiah 9, a prophecy spoken not into peaceful silence but into the chaos of national crisis and spiritual darkness. We discover that the Messiah wasn't promised to the strong or self-sufficient, but to the overwhelmed, oppressed, and spiritually blind. The regions of Zebulun and Naphtali—the first to fall to Assyrian invasion, the forgotten and despised territories—became the very place where God's glory would shine brightest through Jesus.


This is profoundly relevant to our lives today: God plants the seed of hope precisely in our darkest moments. When we feel like we're shrinking, God is multiplying His grace. When joy feels distant, He's preparing a harvest we cannot yet see. The four titles given to the Messiah—Wonderful Counselor, Mighty God, Everlasting Father, Prince of Peace—aren't just beautiful Christmas card phrases; they represent the complete authority and divine nature of the One who carries the full weight of government on His shoulders so we don't have to.


Our hope doesn't rest in our strength, our politics, or our circumstances, but in the God who fulfills His promises. The zeal of the Lord guarantees every promise in this chapter, and we stand on the other side of prophecy fulfilled, waiting for His return.


Este pasado domingo, a través del primer sermón de Adviento, el pastor Javier nos llevó profundamente a Isaías 9, una profecía pronunciada no en un silencio pacífico, sino en medio del caos de una crisis nacional y de la oscuridad espiritual. Descubrimos que el Mesías no fue prometido a los fuertes ni a los autosuficientes, sino a los abrumados, oprimidos y espiritualmente ciegos. Las regiones de Zabulón y Neftalí —las primeras en caer ante la invasión asiria, territorios olvidados y despreciados— se convirtieron en el mismo lugar donde la gloria de Dios brillaría con mayor intensidad a través de Jesús.


Esto es profundamente relevante para nuestras vidas hoy: Dios planta la semilla de la esperanza precisamente en nuestros momentos más oscuros. Cuando sentimos que nos estamos encogiendo, Dios está multiplicando Su gracia. Cuando el gozo parece distante, Él está preparando una cosecha que aún no podemos ver. Los cuatro títulos dados al Mesías —Consejero Admirable, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz— no son solo frases bonitas de tarjetas navideñas; representan la autoridad completa y la naturaleza divina de Aquel que lleva todo el peso del gobierno sobre Sus hombros para que nosotros no tengamos que hacerlo.


Nuestra esperanza no descansa en nuestra fuerza, en nuestra política ni en nuestras circunstancias, sino en el Dios que cumple Sus promesas. El celo del Señor garantiza cada promesa de este capítulo, y nosotros estamos al otro lado de la profecía cumplida, esperando Su regreso.